La envolvente térmica engloba todos los cerramientos opacos (fachadas) de un edificio, más los huecos (ventanas) que presente y también los puentes térmicos.

Para mejorar energéticamente la envolvente térmica de los edificios, se deben estudiar y controlar los procesos de transporte de calor, vapor, aire y viento que se producen en el interior de los distintos componentes de la envolvente.

En climas fríos y en los meses invernales, en el interior de los edificios suele haber problemas de humedad excesiva debido a una insuficiente ventilación.

El vapor producido en las habitaciones cerradas se puede condensar en la superficie de nuestras paredes apareciendo moho y/o desconchamientos de los revestimientos y pinturas, o penetrar por conducción en su interior si entra en contacto con materiales intersticiales (del interior del muro) fríos, como son las vigas, pilares o  revestimientos, creando humedades por condensación intersticiales que afectan a la durabilidad de los materiales que forman la estructura de los edificios.

En cambio, en climas cálidos y húmedos, la fuente de vapor que provoca la aparición de moho son las corrientes de aire que entran desde el exterior.

La humedad que entra desde el aire exterior (aire más caliente) se puede condensar cerca de las superficies internas, que están más frías si hay aire acondicionado (aire más seco).

La capa de hermeticidad al aire INTERIOR de la envolvente garantiza que en invierno el aire caliente y húmedo del interior del edificio no se disperse al exterior y, además, evita la formación de condensación intersticial.

La hermeticidad de la envolvente incide en el ahorro de energía y en el confort de la vivienda, mejorando el confort acústico y evitando las molestias debidas a las corrientes de aire.

Por otro lado tenemos los sistemas para garantizar la capa de hermeticidad al viento del EXTERIOR. Estos sistemas no sustituyen la capa de hermeticidad al aire, sino que sirve para proteger la capa aislante contra los efectos del viento, la lluvia y la intemperie y, así, evitar que el aire frío y el agua reduzcan las prestaciones de dicha capa.